jueves, 1 de diciembre de 2011

Idioma Indios Motilones


Idioma Indios Motilones
Tomado del libro DEL ANTIGUO CÚCUTA  de Luís Febres Cordero F.

No podemos medir la cultura de los indios Motilones al tiempo de la Conquista, porque las pocas voces que conocemos de su idioma fueron coleccionadas el año de 1882, es decir, tres siglos después de desalojada la tribu de su antiguo solar, tiempo más que suficiente para mudar, corromper y aun hacer desaparecer una lengua inculta y no sujeta a preceptos ni reglas de ninguna clase.

Esas pocas voces las debemos al distinguido literato e investigador don Jorge Isaacs, que en dicho año emprendió una excursión científica hacia la península de la Guajira y Sierra de Motilones, como resultado de la cual presentó a la nación su interesante libro Estudio sobre las tribus indígenas del Estado del Magdalena, antes Provincia de Santa Marta.
Mas no es el que recogió Isaacs el único catálogo de vocablos que de aquel lenguaje existe: en la Biblioteca Nacional de Caracas hállase un manuscrito original de 15 páginas titulado Vocabulario de algunas voces de la lengua de los Indios Motilones que habitaron los montes de las Provincias de Santa Marta y Maracaibo, con su explicación en nuestro idioma castellano, por Fray Francisco de Cartarroya. Año de 1738. 1 Aun es de creerse que hacia esta época se escribieron otros opúsculos sobre el mismo idioma, pues los trabajos de los misioneros no sólo les imponían el empeño de cultivar la lengua de sus oyentes, sino les llevaban también a merecer el título de lenguaraces, con que se denominaba a los entendidos en dialectos indígenas.

Es fundado asegurar que el vocabulario que formó Isaacs tiene desemejanzas con la lengua en que cantaron sus victorias los primitivos habitadores de esta región. El mismo cree que la hablada por los Motilones de Colombia difiere de la de los de Venezuela, a pesar de que tal diferencia puede ser originada solamente por el transcurso de los siglos, que si modifican un idioma culto, eliminan y destruyen uno bárbaro y rudimentario.

Don Arístides Rojas que probablemente consultó el opúsculo del P. Cartarroya habla de que «Los Motilones, pueblo nómada, inconstante y feroz, llamaron al agua chimara». 2 El escritor colombiano apunta: «Según se ve en la muestra del lenguaje de los indios Motilones... kunasiase es el nombre que dan al agua; y tratándose de un vocablo de muy difícil alteración por su uso frecuente, aserto abonado por las sabias observaciones del señor Rojas... es de suponer que hay diferencias notables de origen e idioma entre la tribu de los Motilones que habita territorio de Venezuela, y la que tiene el mismo nombre entre nosotros, muy temida desde 1846 en el Valle Dupar. Estos son evidentemente mezcla o conjunto de Tupes, Itotos, Yukures y acaso también de Akanayutos. »

Esta observación está reforzada por el mismo Isaacs en la analogía que encuentra en la palabra Maruta, nombre de Dios en lengua motilona y en la de los Tupes y Yukures, con otras que llevan la misma radical en tribus vecinas. «Mereigua es el nombre con que los guajiros designan a Dios, mejor dicho, al no engendrado, fuerza inmaterial, dueño de la creación. Los Chimilas lo llaman Marayajna y los Tupes y Yukures Maruta. No es, a buen seguro, casual la común raíz Mar en las tres denominaciones o palabras».

El P. Fray Andrés de los Arcos, en documento ya mencionado, juzgaba de difícil aprendizaje el idioma de los Motilones, por su ninguna analogía con el de las tribus vecinas, como se ve en el siguiente pasaje en que pide una escolta para apoyar la misión: e... finalmente, señor, sin la referida escolta parece moralmente imposible plantar la fe en esta dilatada nación; porque como la fe ha de entrar por el oído, y el idioma de los Motilones es totalmente distinto de el de nuestros catecúmenos, según que estos últimos han observado en algunos reencuentros que con aquellos han tenido, no podrán los misioneros aprenderla, interín que con el resguardo de la escolta, no se establezcan en su territorio».

Pero si el idioma de nuestros aborígenes, de los que pusieron nombre al río Zulia y surcaron sus aguas en rápidas canoas, era entonces áspero y carente de simpatía vocal con el de tribus cercanas, es ahora —a juzgar por la muestra que presenta Isaacs— bárbaramente desaliñado y en extremo pobre. Carece de las consonantes f, j, l, ll, y en contadas palabras suele encontrarse la d. Tampoco hay combinaciones de licuante y líquida. Es notable su escasez de verbos y adjetivos. No tiene sino un pronombre personal Aur (yo) y su correlativo posesivo Burisa (mio).
1) Jorge Isaacs, Obr. Cit.
2) lbidem.

Contra estas deficiencias encontramos que la forma del superlativo en los calificativos y adverbios atiende a la lógica.

Apirá -----------------Grande (o muy)
Apiraná --------------muy grande
Canapé --------------lejos
Apira-panapé -------muy lejos

Penacho significa Mañana y Kosarkó el numeral Dos para formar bellamente con tales palabras el adverbio kosarko-penacho, que vale «Pasado mañana o Dentro de dos mañanas». De la misma manera Güicho, equivalente de Sol y Manogüicho de Ahora, como si se dijera, «En este Sol».

No pasan de ocho las palabras cultas que trae el vocabulario: Güesta (fuego); Kishire (amor); Manita (Dios); Esórano (enemigo); Yákano (hombre); Esate (mujer); Tama (muchacho); Kampisike (chicuelo). Otras hay que pregonan a grito entero su etimología castellana: mora (mula), baka (vaca), borico (burro), kabayú (caballo), karune (carne), maizá (maíz, voz haitiana), y perusike, (perro), a las cuales se puede agregar la onomatopéyica pun (fusil). Seguramente nuestros aborígenes no pudieron conocer estas palabras, no conociendo los objetos que ellas representaban.

Su numeración llega sólo a la veintena, siendo de advertir que los numerales diez y veinte se traducen respectivamente por las manos, y las manos y los pies. Los dedos del cuerpo humano sirvieron a todos los pueblos para iniciar su aritmética. He aquí la de los Motilones:

Tukumarkó ---------------- Uno.
Kosarkó ----------------- Dos
Koserarkó ---------------- Tres
Kosajtaka ----------------- Cuatro.
Omasé-kosajtaka -------- Cinco.
Omasé -------------------- Diez (manos).
Omasé-pisá -------------- Veinte (manos y pies)



Su cómputo del tiempo lo podemos deducir de las voces Güicho (sol) y Kuna (luna). Así hemos visto que mano-güicho traduce Ahora, o más fielmente Este sol.

Las dos voces Apiraná-kuna significan Luna muy grande, o Plenilunio, y Kampicike-kuna es el equivalente de Luna chica o menguante. A esas tres voces llega la simplicidad de su calendario.

Incrustadas como joyas de buen precio, en el vocabulario del explorador colombiano, citaremos, en conclusión, dos frases de acentuada simpatía: Anírano esate burisa, literalmente, «excelente mujer mia»; libremente, «te quiero para mi mujer». El verbo querer está sustituido por el adjetivo excelente, que no puede menos que aplicarse a una cosa que se estima. Apira kuna mano güicho, significa «la gran luna como este sol», es decir, «la luna brilla como el sol». El término de comparación es el Astro del día, cuya principal cualidad es la brillantez, Descúbrese, pues, muy natural la elipsis, o mejor dicho, la falta en el idioma del verbo brillar.
Entre esas dos frases, si se quiere inelegantes, pero ingenuamente hermosas, está limitado el corto vuelo de su poesía.

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