sábado, 3 de diciembre de 2011

Padre Demetrio Mendoza



Padre Demetrio Mendoza
Tomado del libro CITA HISTÓRICA de Luís A. Medina S.


Nace en el sitio de “Garrochal”, a una diez cuadras del templo parroquial de San Luís, el 22 de diciembre de 1871, pueblo de Cúcuta, el Padre Demetrio Mendoza Rueda, Camarero Secreto de su Santidad Pío XII, sacerdote del clero nortesantandereano.

Cursó estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de la Nueva Pamplona. Recibió las órdenes sacerdotales el 22 de septiembre de 1894 y cantó su primera misa el 8 de diciembre del mismo año, en la Iglesia Parroquial del Pueblo de Cúcuta (hoy San Luís), antigua municipalidad que más tarde fue rebautizada por el mismo Párroco Demetrio Mendoza, con el nombre de San Luís de Cúcuta.

El sagrado magisterio sacerdotal lo ejerció durante cincuenta años. Desde 1904 ejerció las funciones de Vicario y Párroco de San José de Cúcuta hasta el año 1926. Remplazó en el beneficio parroquial de San José de Cúcuta al Presbítero Dominicano A. Valderrama, quien fue trasladado a la Parroquia de San Rafael de Chinácota, por disposición del señor Obispo de Nueva Pamplona, a consecuencia de la pugna patriótica habida entre el Padre Valderrama y la ciudad de Cúcuta, con la comunidad religiosa de los Padres Agustinos de nacionalidad española.

El Padre Mendoza, fundó el Corregimiento de Ricaurte del municipio de Cúcuta. Trabajó con incansable celo por el sostenimiento de la Parroquia de San Antonio del Zulia, y no desmayó en su labor hasta verla construida.

Trajo a Cúcuta después de tesonero empeño, a los eficientes educadores Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle, comunidad que inició labores educativas el primero de mayo de 1906. 
Fue fundador y director del semanario religioso “El Granito de Arena”, órgano de divulgación de la cofradía de San Francisco de Asís. En el “Granito de Arena” con editoriales políticos “patrocinó” la publicación de “El Popular”, vocero conservador de combate en cuyas páginas el señor Severiano Miranda, fustró a los políticos de su época en forma directa y sin esquinces de ninguna naturaleza, campañas que le causaron desilusiones y sinsabores amargos.

Fue severo en sus conceptos y apreciaciones contra las autoridades que no se sometían a sus consejos y órdenes, y las más de las veces, encaminadas a que la honestidad y las buenas costumbres fueran axiomáticas normas de los empleados públicos.

Para buscar soluciones a los problemas sociales, los trataba llamando las cosas por su nombre desde el púlpito o catedral Sagrada, no gustaba de los rodeos y jamás fue hipócrita. Tenía por sistema de lucha moralizante para convencer y llenarse de razón con la censura precisamente en la parte vulnerable por donde se diluía la virtud, la honestidad y deslices de la sociedad.

Toda la vida la dedicó a la caridad, con desprendimiento y generosidad. El Padre Mendoza era sencillo, el consejero sagrado que supo sortear más de un problema social, moral y hasta económico de familias cucuteñas vergonzantes.

Vistió los hábitos sacerdotales con dignidad y vocación apostólica y evangelizadora, nació pobre y murió a imitación de un Francisco de Asís, un Padre Almansa, un Justo Pastor Arias.

Trabajó con entusiasmo por traer a Cúcuta la Comunidad de los Padres Redentoristas y sus preocupaciones fueron tantas, que para contribuir en los gastos de la fundación de la Comunidad, donó el valor de unas casas que le habían obsequiado a la Parroquia.

Empero, dentro de las virtudes sacerdotales del Padre Demetrio Mendoza, existía una pasión y una tremenda soberbia contra los liberales y contra los padres de los hijos habidos fuera del matrimonio religioso. No bautizaba niños de los llamados “padres desconocidos” y de ahí que tenían que acudir a bautizar sus hijos los domingos y fiestas religiosas, a Ureña y San Antonio del Táchira, Venezuela. Decía que él no bautizaba hijos de padres “amancebados”.

Al Colegio de Artesanos Gremios Unidos, lo odiaba y les decía mazones anti-católicos, ahí se educaban hijos de liberales y conservadores, inclusive, la Junta Directiva del Colegio la integraban liberales y conservadores y existía la cátedra de religión.

En 1912, cuando el Colegio se aprestaba a inaugurar el edificio amplio y funcional construido con grandes esfuerzos por la Sociedad y Junta Directiva. Una comisión del Colegio visitó al Padre Mendoza para que le impartiera la bendición a la que se negó rotundamente.

En esos días había llegado a Cúcuta enfermo en busca de salud, el padre Justo Pastor Arias, de Rubio, Venezuela, y la misma comisión que había visitado al Padre Mendoza, lo visitó y le solicitó al Padre Justo les bendijera el edificio.

Y como éste les manifestara que él solicitaría el permiso al Párroco, la comisión le manifestó lo que había sucedido y se había negado.

El Padre Justo, tan justo como su nombre, les manifestó que pusieran los relojes a determinada hora, que él a esa hora estaría diciéndoles una misa especial ahí en la Capilla del Asilo Andressen a donde había llegado y hospedado y que desde ahí les impartiría la bendición. Así se hizo, y así se bendijo el edificio de la Sociedad de Artesanos Gremios Unidos, construido en 1912. 
De los apuntes históricos de Solano Benítez, tomados datos referentes a lo que pudiéramos decir: sectarismo religioso-político y beligerante del Padre Demetrio Mendoza.

“Destrucción de la Imprenta de “LA MAÑANA”. Ocurrido el 23 de marzo de 1925, y “LA UNIDAD CATÓLICA” del 29 del mismo mes, protestó por este destrozo, lo que fue considerado como una crítica y una desautorización al párroco Dr. Demetrio Mendoza. 
Debido a que “LA MAÑANA” había publicado una caricatura burlesca del padre Demetrio Mendoza, las damas de la ciudad, en la mañana del día lunes 23 de marzo, organizaron y llevaron a cabo una manifestación de desagravio por esta ofensa y muchas otras que la prensa liberal de Cúcuta lanzaba a diario contra el clero. Ese mismo día se había invitado a esta manifestación por medio del cartel que decía: 
“SOBERBIA MANIFESTACION AL VENERABLE VICARIO DOCTOR DEMETRIO MENDOZA, ESTA NOCHE, A LAS SIETE Y MEDIA, FRENTE A LA CASA CURAL, NO ACEPTAMOS MAS OFENSAS A LAS DOCTRINAS DE LA IGLESIA CATOLICA NI A LA DIGNIDAD DE SUS MINISTROS”. 
En la manifestación hablaron el doctor Víctor Manuel Pérez y Arturo Bueno, y una vez que el padre Mendoza contestó en una bella oración, muchos jóvenes y buena cantidad de gentes del pueblo se dirigieron al local ocupado por la imprenta de “LA MAÑANA” y la destrozaron, produciendo daños por valor de unos $800 según lo dijo “EL POPULAR”.

Sostuvo este periódico que la determinación tomada por el pueblo católico obedeció a que en el curso del día se dijo que al día siguiente, la prensa liberal redoblaría sus ataques al padre Mendoza. 
El día 26 de marzo en el senado de los congresistas Sicard y De Greiff, presentaron una proposición citando al señor Ministro de Gobierno, para que informara sobre los sucesos del 23 de marzo en Cúcuta, pero, como el Senador Peñuela quisiera agregar a la proposición anterior, que debía dar cuenta de las medidas tomadas sobre este atentado criminal, ambas proposiciones fueron negadas.

El grupo que había realizado el ataque a “LA MAÑANA” una vez consumado éste, se dirigió a hacer otro tanto a la imprenta de “COMENTARIOS”, pero nada hizo, porque allí estaba la señora de don José Manuel Villalobos, el director del periódico, y no quisieron faltarle al respeto a una dama. 
La concurrencia a la manifestación constaba de unas 300 personas, entre las cuales había mujeres y niños. Se dirigieron a la imprenta dicha, situada en la calle 10 entre avenidas 6a. y 7a., contigua a la Zapatería “La Bota Negra” de Ramón Pelayo. Forzaron las puertas, las derribaron al suelo, rompieron máquinas y tiraron chivaletes a la calle.

De parte de las autoridades se hicieron presentes en el lugar de los hechos, el alcalde Jesús Omaña G. y el jefe de la Guardia Civil, Carlos J. Luna con 4 agentes, los que fueron insuficientes para oponerse a los asaltantes. A la hora de consumados los hechos, se hizo presente el ejército, pues aún cuando el señor Alcalde Omaña, pidió su ayuda oportunamente, se le contestó que solamente por orden del Gobernador podrían intervenir.

Cuando los pelotones del Ejército se presentaron en el parque Santander, los liberales se habían reunido en un costado y los conservadores en otro. Entonces el señor Gobernador que acababa de llegar, al ver los dos grupos, se dirigió por la mitad del parque al establecimiento La Siberia, situado en el costado norte, y allí alcanzó a divisar al Dr. Luis Buenahora, que era el corresponsal de “El Espectador” y le dijo: “Contribuya usted, a salvar esta situación”. Luego se dirigió al general Emilio López que acompañaba a Buenahora, y le dijo que era necesario evitar a todo trance un conflicto y dispersar a la multitud. Contestó el general López que estaban defendiendo los derechos ultraja dos y resueltos a ir a los mayores extremos en guarda del honor liberal.

Poco después dijo el general López al general Valencia: “Usted sabe general que la vida me importa un níquel y que defiendo solamente los fueros liberales, y estamos resueltos a no tolerar la más pequeña ofensa, pues ya está rebozada la copa”.

Al oír estas respuestas con el tono airado de López, los conservadores se acercaron y le pidieron que respetara al Señor Gobernador. También se acercaron los liberales pidiendo respeto para el general López. Pidió entonces el general Valencia a don Emilio que hiciera retirar a las masas liberales, a lo que contestó que primero hiciera retirar la política.

Ante esto resolvieron entrar a un reservado del establecimiento tanto el Gobernador como sus secretarios y el general López y los suyos, donde después de conversaciones, acordaron que al día siguiente se reunirían en el despacho de la Gobernación, tanto los representantes liberales como una comisión de la Curia, a fin de tratar sobre las medidas conducentes que debieran tomarse. Después de esto, tanto el Gobernador como el general López hicieron dispersar por igual toda la gente. 
Al día siguiente de los hechos, o sea el 24 de marzo, los diputados Serrano y Molina presentaron la Proposición siguiente: 
“La Asamblea del Norte de Santander, en guarda de las garantías constitucionales, y muy especialmente de las concedidas a la prensa del país, consigna una enérgica protesta contra el total destrozo de la imprenta de “LA MAÑANA” y deja constancia de su patriótica censura contra estos actos incalificables, que desdicen de la cultura cívica del pueblo nortesantandereano, y los reprueba, sea cual fuere su origen”.

La proposición fue sustentada por el diputado Jorge La- mus Girón e impugnada por el diputado Luís Eduardo Romero. Se aprobó por todos los votos menos dos. 
Al día siguiente 25 de marzo, “EL POPULAR” arremetió contra los diputados conservadores que firmaron la proposición anterior, y que fueron José Rafael Unda, José de Jesús Serrano, Molina, Nicodemus Rangel Acevedo y Arturo Bueno.

DECLARACIONES SOBRE LOS RESPONSABLES 
Alfredo Lara rindió una declaración sobre los responsables de los destrozos al periódico “LA MAÑANA”. Dijo que al oir gritos en la esquina del Granito de Arena, se había acercado y enterado de los insultos que en aquellos momentos el Padre Mendoza dirigía contra la prensa y los liberales de Cúcuta, lo mismo que de la incitación hacia los católicos para que defendieran a los Ministros de Dios, advirtiéndoles que debían proceder como hombres si no querían mañana llorar como mujeres lo que no habían defendido como machos.

Aseguró con juramento que a continuación los manifestantes, se habían dirigido a la imprenta de “LA MAÑANA”, encabezados por Luís Felipe Figueredo, Juan Crisóstomo Figueredo, Alfonso Ramírez, Abigail Ramírez, Carlos Pérez y Antonio Avendaño, siendo éste último el primero en forzar y derribar una de las puertas de la calle en la casa de la imprenta.

Estos señores señalados como responsables por Alfredo Lara fueron reducidos a prisión el 27 de marzo, pero poco rato después, fueron puestos en libertad, según las afirmaciones del corresponsal Buenahora, porque fueron fiados por otros de los atacantes de la imprenta. 
El periódico “LA MAÑANA” volvió a aparecer el 28 de marzo de este mismo año, editado en la imprenta de Comentarios, a la que nombraban “Imprenta Juan José Durán”.

Al cumplirse un año de los anteriores sucesos, “LAMASANA” lanzó una edición especial para conmemorar el primer aniversario de la destrucción de sus talleres, reproduciendo la mordaz caricatura del Padre Mendoza, con la leyenda inferior que decía: “EL AMO DE LA PARROQUIA”. También publicó fotos de la nueva imprenta y de sus colaboradores.

Con motivo de este aniversario se suscitó en la Asamblea una discusión violenta entre los diputados liberales Guillermo Peñaranda Arenas y Bayona, y el diputado conservador Luís Eduardo Romero, quien pidió respeto para el meritísimo vicario, a quien tantos beneficios de orden religioso, moral y material debía la ciudad.

La destrucción de la imprenta de “LA MAÑANA” trajo muy malas consecuencias para el Pbro. Dr. Demetrio Mendoza, pudiendo decirse que fue el 3 de abril siguiente a estos sucesos, el padre Mendoza había hecho convocar una convención conservadora disidente, sostenida por el periódico de la parroquia de San José llamado “EL POPULAR”, en apoyo del Gobernador Valencia y del ex-ministro Manuel María Valdivieso. El periódico “EL TRABAJO”, que era directorista, era opuesto a esta convención disidente y atacaba al general Valdivieso echándole en cara, que había sido el patrocinador de la separación de la Provincia de Pamplona en años anteriores.

Con el fin de obtener esta convención conservadora disidente, el ministro de Gobierno Dr. Miguel Abadía Méndez, se dirigió al Arzobispo Primado para hacerle ver la tendencia política de que aquella convención fuese aplazada. El Sr. Arzobispo se dirigió al Sr. Obispo de Pamplona, y éste dispuso la suspensión del periódico “EL POPULAR”, cuyo último número salió el 11 de junio del año 1925, lo mismo que el cambio de párroco en Cúcuta, que fue remplazado por el Pbro. Dr. José Santos Valderrama, cuyo nombramiento se produjo el 27 de junio y su posesión el 15 de julio.

El Padre Mendoza fue trasladado a Chinácota en julio de 1925, por mandato Episcopal del Sr. Obispo de la Nueva Pamplona, Monseñor Rafael Afanador y Cadena, debido a gestiones del Sr. Gobernador General Rafael Valencia, finalmente fue canónigo de la Iglesia Catedral de Pamplona, y fue elevado a la jerarquía eclesiástica de Obispo Camarero de su Santidad Pío XII.

Se ha comentado y narrado una historia de la vida de Cúcuta, y de un personaje como el Padre Demetrio Mendoza. No se ha dicho quien fue el dueño de la imprenta “LA MAÑANA”, por qué y en qué consistió la caricatura para la destrucción de la imprenta.

Era un hecho que el Padre .Mendoza, desde el púlpito, domingo a domingo, atacaba incansablemente a la prensa y liberales de Cúcuta. Hasta como dijera el General López al General Valencia: “pues ya está rebozada la copa, y no estamos resueltos a tolerar la más pequeña ofensa”. 
La prensa “EL POPULAR” de tendencia política y no religiosa del Padre Mendoza también hostigaba a los liberales. 
Obviamente la prensa liberal “COMENTARIOS”, “LA MAÑANA”, dirigidos por José Manuel Villalobos y Epímedes Sarmiento, salían a la palestra, hasta que el director de “LA MAÑANA” Epímedes Sarmiento publicó una caricatura, que el padre Mendoza y el catolicismo de Cúcuta considero burlona, inaceptable y produjo la destrucción de la imprenta.

Pintaba al Padre Mendoza, gordo y con un lomo en la nuca, lentes y unos largos dientes salidos de la boca como para moder, es decir, con cara”cerdo” y ensotanado.

El Padre Mendoza nació en el sitio de “Garrochal”, a una diez cuadras del templo parroquial de San Luís, el 22 de diciembre de 1871, y al ser bautizado el día 3 de enero del año siguiente, recibió los nombres de José Demetrio de Jesús Mendoza Rueda. Sus padres, Rafael Mendoza y Clementina Rueda, descendientes de las razas de indios Cúcutas y españoles, pobres de bienes de fortuna y que trabajaban en el humilde oficio de alfarería y en la agricultura.

Falleció en 1953 en el Ancianato de Cúcuta, a donde había llegado enfermo y ahí entrego su alma al Creador. Su cadáver fue sepultado en la Iglesia de San José, y sus restos fueron trasladados después a un modesto nicho, en la misma sacristía de esa Iglesia.

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